La boda de Stella y Ricardo en Cartagena, Murcia
Elegantes Verano Verde 3 profesionales
S&R
20 Jun, 2015El día de nuestra boda
Toda una experiencia. La preboda, que fue el viernes 19, ya auguró lo bien que nos lo íbamos a pasar al día siguiente: ¡volvimos a las 4:30 am! Menos mal que la boda era a las 20 y nos dio tiempo a descansar. Se me pasó el día en un momento. Hasta las 15:30 estuve descansando y después me fui a maquillarle y peinarme (Mamen y Paqui, encantadoras y unas auténticas profesionales) y allí pasé la tarde hasta las 19. El moño iba adornado con el tocado que llevó mi abuela en su boda en los años 50 y el maquillaje estaba decidido desde hacía tiempo: muy natural pero con la condición de llevar los labios rojos que sé que le gustan especialmente al novio. Yo no soy nada nerviosa así que, llegué a casa y me ayudaron a ponerme el vestido mi madre y mi hermana porque, con los flecos, me costaba mucho hacerlo yo sola. Además, en casa me esperaba el ramo que yo todavía no había visto ¡a esas horas! Afortunadamente, me encantó nada más verlo: el florista había dado en el clavo de lo que estaba buscando. Una vez vestida, acudieron a hacerse fotos algunos familiares y nos fuimos rápidamente a la iglesia.
Seguir leyendo »El novio, por su parte, pasó la tarde en el hotel vistiéndose y arreglándose y a las 20 estaba ya en la Iglesia esperándome. Yo llegaría 5 minutos más tarde o así porque no quería ser una novia tardona y retrasar toda la boda. La Iglesia de San Diego estaba preciosa. Al llegar, repicaban las campanas y entré con la marcha nupcial de Mendelson cogida al brazo de mi padre. La ceremonia se me pasó en un momento gracias a que Joaquín, el cura, hizo una celebración muy amena y entretenida. Una vez casados, ya solo quedaba el banquete en el Batel.
En la espectacular terraza de El Batel, nos sirvieron un opíparo cóctel que, además duró considerablemente y dejó a todos, novios, padres e invitados contentísimos. Tras la cena en el salón, el baile y la barra libre. Fue una de las noches más divertidas de mi vida, incluso siendo los protagonistas, comimos de todo y supimos sacar el máximo provecho. Nuestros amigos nos regalaron un fotomatón al aire libre que entretuvo a pequeños, mayores y no tan mayores y la noche se pasó en un instante. De hecho, si me puedo quejar de algo, es de lo rápido que fue todo. Ahora entiendo las bodas de 4 o más días: para disfrutar de verdad del momento.
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