La boda de Jaime y Esther en Toledo, Toledo
Otoño Verde 6 profesionales
J&E
20 Oct, 2018El día de nuestra boda
¡La verdad que mi boda no pudo salir mejor!
Elegimos Toledo porque es una ciudad de ensueño, que nos encanta, con una historia única y que nos daba la oportunidad de hacer una boda especial. La familia de mi ya marido es de la zona de Talavera de la Reina, y la mía se reparte entre Madrid y Zamora, por lo que Toledo fue todo un acierto para celebrar la boda.
El viernes anterior hicimos un cóctel de recepción en el Hotel Maria Cristina de Toledo, ya que los nosotros y muchos de nuestros familiares se alojaban allí. Fue divertidísimo, y pudimos relajarnos al estar rodeados de amigos y familiares, de los 260 invitados confirmados en la boda, al cóctel vinieron 112, con lo que prácticamente una boda íntima!
La verdad no puedo decir que tuviera nervios, pero al final estar en tu habitación con el vestido colgado hace que sientas una emoción única.
Como anécdota os diré que ese fin de semana se había abierto el cielo en Toledo, (por lo general un lugar muy seco) y aunque todo el viernes estuvo diluviando el sábado amaneció despejado y con sol. Aunque tanto el novio como yo nos levantamos más bien temprano.
Seguir leyendo »Pude desayunar con mis padres hermano y cuñada, y rápidamente a la habitación a empezar con la peluquería, Estherpelos (Podéis buscarla en Facebook) se desplazó al hotel y me peinó y maquilló, además de maquillar a mi suegra y mi madre. Mi habitación (suite) parecía el camarote de los hermanos Marx, todo el mundo entrando y saliendo, lo cual me hacía pasármelo en grande, porque los veía a todos más nerviosos que a mí misma.
Y llegó el momento de ponerme el vestido, ¡guau! qué emoción, no podía dejar de mirarme era una novia de pies a cabeza, con su vestido, su capa y el velo. Como detalles especiales llevé las flores del pelo de novia de mi madre y un adorno de flores de cera que llevó mi abuela y mi madre en su boda.
Salimos del Hotel y me sentí como una famosa, todo el mundo me saludaba y me deseaba cosas bonitas. Elegimos un Citröen antiguo precioso en color negro y con el interior beige, que nos llevó a mi padre y a mí hasta la Iglesia de Santiago el Arrabal, o Santiago el Mayor.
Es una iglesia mozárabe, del siglo XII que conserva todo su encanto medieval, y que fue decorada por Decoflor Toledo, con olivo, paniculata y falsa pimienta.
La verdad que si hasta ese momento pensaba que estaba emocionada, cuando se abrieron las puertas y empezó a sonar la música "la llegada de la Reina de Saba de Häendel" y todos mis amigos y familiares se volvieron a mirarme me quedé paralizada. Entones vi a Jaime, sonriéndome desde el altar, y ya no pude casi ni respirar de la emoción, fue tan bonito, tan sencillo... Mi padre al que en mis 32 años de vida no he visto ni una lagrimilla estaba tan emocionado como yo! Fue una sensación maravillosa.
La ceremonia fue preciosa, el sacerdote amigo de la familia la hizo cercana y emocional, todos se sintieron integrados en la celebración, y la música de "Cuerda y Compás "con el órgano la soprano y el violín dieron un toque de alegría e hicieron las delicias de los asistentes.
Tras la ceremonia y algunas fotos salimos de la iglesia recibidos por una lluvia de arroz y pétalos y mientras nuestros invitados se iban en los autobuses (MartinCar) hasta el Cigarral de las Mercedes, nosotros fuimos al Valle para hacernos las fotos de novios, que casualmente con un cielo lleno de nubes y amenazando lluvia (que finalmente no llegó) quedaron espectaculares.
Cuando llegamos al Cigarral de la Mercedes, entramos al cóctel con la música de la guerra de las galaxias Throne Roome Theme, y la verdad que casi nadie nos hizo caso. Se lo estaban pasando tan bien, hablando ente ellos, disfrutando de la comida y de las preciosas vistas a Toledo...
Pero nos tomamos la revancha a la entrada del banquete, con Tambor Tambor, entramos bailando y pusimos a todo el salón a bailar, no podíamos estar más felices.
Durante el banquete entre los ramos especiales, y los detalles a los padres, padrinos, abuelos y hermanos… No tuvimos ni un minuto de descanso! Además de los regalitos, que consistieron en un tarrito de barro de miel hecho a mano con su catador y sus abejitas y un estuche con licores personalizado con el sello de la boda, entregamos a cada invitado una tarjeta personalizada escrita a mano, ya que sabíamos que nos iba a dar tiempo a estar tanto tiempo como queríamos con cada invitado sí que nos gustaba la idea de tener unas palabras para que supieran lo especiales que son para nosotros.
Para el baile de novios hicimos una coreografía con el Epílogo de Lalaland que nadie se esperaba y que a todo el mundo les encantó, porque además de un poco de vals, tenía partes más divertidas que encantaron a nuestros invitados...
Y qué más puedo contar. Que fue un día increíble y especial, que nuestras familias y amigos fueron uno sólo, y que ojalá esto sea así por toda la vida.
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