La boda de Daniel y Cristina en Gurugu, Madrid

El día de nuestra boda

Magnífico día, que aún me tiene llorando.

Cuatro días antes de la boda empezaron los rumores de lluvia. No estaba nada nerviosa y pensar que iba a llover me puso hasta dolor de tripa.

Llegó el día y por la mañana fui a la finca a organizar todo para la tarde especial. Llovía, paraba, llovía y paraba. No podía parar de llorar, no me podía creer que con el mes de agosto que estaba haciendo fuera a llover justo en mi día. A las dos y media vino Sara, mi peluquera, y nos pusimos manos a la obra. El cielo empezó a despejarse, incluso pude ver algún rayo de sol. Por momentos mi felicidad aumentaba. Cuando el fotógrafo, Paco, llegó, se confirmó que el tiempo iba a permitirme que mi día fuera como lo había preparado.

Siete menos veinte. Padrino preparado, coche decorado y novia lista. Rumbo a la finca a ver a mi mitad, a darnos el sí quiero después de un año de preparativos. Raúl, organizador de la finca, estuvo en todo, como por la mañana no pude dejar nada preparado por las lluvias, él se encargó de dejarlo todo precioso. Y llegué, salí del coche y puse rumbo al altar. Qué precioso estaba todo. Qué vistas tan bonitas. No quería llorar, no tan pronto. De fondo mi canción, Te amaré de Marc Anthony, cogida de la mano de mi padre e intentando cruzar miradas con todos y cada uno de mis invitados. Ceremonia perfecta, reímos y lloramos, aplausos entre medias. Sin palabras.