La boda de Chema y María en Madrid, Madrid
Rústicas Verano Verde 3 profesionales
C&M
01 Jun, 2019El día de nuestra boda
Crónica de nuestra boda: cómo organizar una boda desde el otro lado del Atlántico y vivir para contarlo.
María y yo nos conocimos en 2012 en Zaragoza. Por entonces ambos estábamos empezando nuestra tesis doctoral en la universidad de Zaragoza, y desde entonces hemos compartido un sinfín de experiencias juntos. Nuestras tesis nos obligaron a viajar por el mundo, incluyendo Reino Unido, Holanda, y Estados Unidos, forzándonos a mantener una relación a distancia. Finalmente, en 2017 encontramos trabajo los dos en la pequeña ciudad de Madison, al norte de Estados Unidos. Situada en la región de los grandes lagos, esta ciudad universitaria nos brindó la oportunidad perfecta para establecernos y decidimos que ya era hora de celebrar nuestra boda como se merecía. Viviendo a más de cinco mil kilómetros de distancia de nuestros familiares y amigos, empezamos a pensar cómo podríamos organizar una boda desde el otro lado del Atlántico.
Empezamos en verano de 2018 a preparar los aspectos más básicos de nuestra boda. Estuvimos debatiendo sobre en qué ciudad lo celebraríamos, a que iglesia acudiríamos, cuál sería el restaurante, y sin olvidar a dónde nos iríamos de viaje de novios… De este modo llegamos a septiembre con algo parecido a un esquema de queé es lo que queríamos: celebraríamos una boda íntima en Madrid, en el restaurante La Masía de José Luis para facilitar que vinieran nuestros familiares (algunos ya mayores) y amigos más cercanos. A partir de ahí comenzamos a trabajar de forma frenética en los detalles sobre el menú, las invitaciones, el fotógrafo, y la música entre otras cosas. En navidades planeábamos volver a España a visitar a la familia y debíamos tener cita con todos los proveedores listas para ese par de semanas. Después de estos meses cargados de correos electrónicos, mensajes de “WhatsApp” y llamadas a España con un desfase horario de siete horas, volvimos a España por Navidades. Durante estas fechas, no logramos descansar demasiado, entre cenas con los familiares, comidas con los amigos y una plétora de citas con los proveedores. Afortunadamente logramos sobrevivir a las Navidades y volvimos a Estados Unidos con muchos de los detalles ya cerrados.
Seguir leyendo »Durante la primavera subimos la marcha y terminamos los arreglos de los trajes, los diseños de las invitaciones, la lista de canciones. Durante estas fechas, yo tuve un viaje a España por trabajo, y aproveché para llevar el vestido de novia de María, en una maleta que, por supuesto, no me dejaron abrir para no ver el vestido antes de la boda. También preparamos una coreografía para el vals de nuestro primer baile, y ultimamos los detalles finales, como los números de mesa y los arreglos de las flores. A pesar de algún pisotón durante las clases de baile, y alguna discusión sobre en qué mesa podríamos sentar a esos invitados de última hora, conseguimos tener todo listo a tiempo y el 23 de mayo volamos hacia España. Durante esta última semana, los padres de María cumplieron con la tradición de llevar huevos a las monjas Clarisas, para evitar lluvias el día de la boda, ¡y vaya si funcionó!
Faltaba una semana para la boda y ya íbamos en piloto automático, con un ritmo frenético para confirmar todos los servicios, ultimar la distribución de invitados y comprobar que todo estuviera en orden. Llegó el 1 de junio y a pesar de todos nuestros temores sobre lo que podría salir mal, la boda transcurrió maravillosamente. Hizo un tiempo maravilloso, ambos llegamos a tiempo a la iglesia y no hubo ningún sobresalto durante la parte de “si alguien tiene algo que objetar, que hable ahora o calle para siempre”. Durante el banquete, y entre visitas a las distintas mesas, logramos disfrutar de un exquisito menú (pinchos variados, ensalada templada de espinacas con foie, sorbete de naranja china con tequila, pluma ibérica con salsa de vino y tarta de limón con merengue). El baile tuvo todos los ingredientes necesarios: buenos ánimos, canciones de verbena que hacen bailar hasta el más serio de los invitados, y por supuesto fotos vergonzosas de las que te arrepientes al día siguiente. También el photocall contribuyó a todo este buen rollo (y a las fotos vergonzosas). Cabe decir que el arreglo del vestido de María para recoger la cola del vestido resultó imprescindible para el baile, y muy conveniente para todo lo demás. Después de uno de los días más largos que hemos vivido, nos fuimos al hotel, perplejos de lo rápido que había pasado todo. Finalmente, tras unos días de merecido descanso, salimos de España para disfrutar de nuestro viaje de novios en Nueva York y Cancún. Ya más recientemente, y con más calma, hemos podido mirar nuestras maravillosas fotos de boda y rememorar nuestro día con cariño.
Servicios y Profesionales de la Boda de Chema y María
Otras bodas en La Masia de José Luis
Ver todas
Otras bodas en Madrid
Ver todas
Finca Monteviejo
Jardín El Botero
Restaurante Chapoo
Inspírate con estas bodas
Deja tu comentario